Este relato tiene como protagonista a mi cuñada Elizabeth.
Estuvo a menos de 80 centímetros de una entidad que desafía
la lógica cotidiana.
Todo ocurrió muy cerca de su domicilio, atrás del Deportivo “Xochimilco” (México D.F.)
Hace un par de años, en una noche de verano.
Para hacerla de emoción primero les cuento qué hay en la
zona y después les introduzco en los hechos precisos.
Elizabeth, protagonista de esta historia. |
LA ZONA
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El Deportivo Xochimilco
A este tipo de espacio los urbanistas lo denominamos “Equipamiento
Urbano Regional – Subtipo Deportivo”. Por fuera está HORRIBLE (además de que el ambiente es
erosionante por el smog, el ruido del transporte público y la gente conglomerada).
No se respeta la norma que prohíbe los perros y las motos.
Aún así, por dentro tiene varios aciertos: una gran explanada cívica, atención social con módulos, canchas deportivas en buen estado, fuente monumental,
pequeños bosques y al interior de ellos juegos para niños, aparatos para hacer
ejercicios, etc.
Las subzonas son muy diferentes entre sí: algunas partes pueden estar muy bonitas y cuidadas, pero igualmente en otros pedazos se ven bancas rotas, arboles y
pastizales enfermos o pelones.
Con todo, los xochimilcas le sacan el mejor
beneficio con un sinnúmero de actividades recreativas, deportivas y culturales
muy diversas.
Yo lo atravieso por las mañanas cuando voy a la Clínica de
Odontología de la UNAM, una grata experiencia que casi me hace olvidar el resto
de la ciudad.
Clínica Periférica de
Odontología (UNAM)
No puedo transmitir el gran gusto de haber caído en el servicio que presta esta clínica. Aunque se desarrolla por pasantes en sus últimos años de estudio, he encontrado (además de la implícita juventud) que los jóvenes (en donde predominan –afortunadamente- las mujeres) están deseosos de ejercer con ética, gusto y concentración su profesión. Así es mi doctora, que además de bonita, es un ángel sinceramente comprometida con generar un beneficio directo y objetivo en los seres sufrientes.
(Me siento muy agradecido de haberla conocido, pero es
que así ha sido mi vida: siempre he estado rodeado de personas valiosísimas ¿por
qué? Quién sabe. Karma quizá.)
Entrada principal de la Clínica. |
Uno podría pensar que comentarios como los anteriores deberían
ser automáticos al hablar de una institución de salud como esta, pero no. En
contraste mi hermano Gerardo fue al mismo tipo de unidad periférica “Aragón” pero
el servicio y administración fue deficiente, al grado de perder una muela (que
se entiende era salvable).
Con antecedentes como el de Gerardo, es que me acerqué con escepticismo
a la Clínica ”Xochimilco”. Por hacerme solidario con mi hermano Javier es que fui a la clínica. A este último le practicaron
un injerto de muela: la segunda muela de atrás para delante de abajo a la
izquierda se perdió y quedó el hueco que fue rellenado por la muela del juicio vecina que los doctores reposicionaron; todo salió estupendo y la “nueva” muela
arraigó bien, todavía le tienen que hacer ajustes, pero todo ha vuelto a la
normalidad.
La Escuela Nacional de Artes Plásticas
Mi hermano Javier estudió en estas instalaciones la carrera de Comunicador Gráfico (que no se debe confundir con la carrera de Diseñador Gráfico). De alguna manera el destino estaba marcado: pues aparte de esos años de estudio ha terminado viviendo ahí cerca. Al momento de escribir estas líneas lleva aproximadamente 10 años de avecindado en la Unidad Habitacional Loreto y Peña Pobre.
Presa San Lucas Xochimanca
En 1945 se inicia la construcción del vaso regulador San Lucas Xochimanca. Con una extensión de 28 hectáreas. Construido para contener las aguas pluviales de la cuenca de los pueblos de la montaña de la delegación Xochimilco.
Albergaba un número considerable de fauna silvestre (patos,
garzas, ranas, peces, ajolotes y otras más). En invierno era el lugar de
llegada del pato canadiense y de otras especies de aves.
Actualmente (año 2013) el vaso regulador sufre una gran
degradación, debido a la contaminación por aguas residuales tanto del
Reclusorio Sur, Club Campestre Monte Sur y asentamientos irregulares de pueblos
de la montaña.
Los avecindados están preocupados (y ocupados) por la degradación
de la presa y la colateral tarea de rescatar este espacio tan importante.
Aquí estoy con mi hermano Javier. Su esposa es la protagonista de esta historia. Estamos en el interior del Vaso Regulador. |
Esta presa cuenta con un río principal en su parte sureste,
que obviamente proviene de los cerros lejanos. Al lado del mismo cuenta con una
carretera que va cambiando de amplitud, con banquetas inexistentes o mal
dibujadas, iluminación pública inexistente, o muy espaciada o de muy baja
intensidad. La amplitud o ancho de todo el conjunto (canal y asfalto vial) va
cambiando y a veces es tan angosto que solo cabe a un solo tiempo un automóvil transitando
(claro, saliendo perdiendo el transeúnte).
Esta vía se llama “Río
Santiago” o “Camino Real a San Mateo” (la denominación “camino real” nos
advierte de la antigüedad de la calle y de la importancia que tuvo en la época
colonial o incluso anterior).
LO QUE VIO ELIZABETH
Todo ocurrió en Río Santiago, en el tramo comprendido entre Av. Acueducto y Antiguo Camino a San Pablo-Topilejo. Toda la carretera es solitaria y tétrica, pero este tramo es todavía más apesadumbrante. Y la hora no ayudaba para nada: todo ocurrió alrededor de las 9:00 de la noche del verano de 2010 o 2011.
Río Santiago esquina Av. Acueducto. Al fondo (120 m) conocería Elizabeth a la entidad. |
Elizabeth salió de la unidad habitacional y enfiló por Río Santiago
para entroncar con la Av. Antiguo Camino a San Pablo y ahí tomar un transporte
colectivo (microbús). Iba apurada pues ya se había hecho tarde y porque el
tramo es peligroso (con soledad que propicia el asalto, por decir lo menos).
A unos 30 o 35 metros delante de ella iba una señora
(cualquier persona), igualmente a paso veloz e inmersa en sus asuntos. En contraflujo
venía un hombre.
Aún con la penumbra nocturna y la deficiencia en iluminación
pública, Elizabeth (que debe entenderse tiene muy buena vista) percibió todo con
claridad.
(Le pregunte que si ese día sufría de algún malestar, había comido bien, o que si se había “metido” algo -alcohol, drogas- que hubieran afectado su percepción; me contestó que no, y
le creo)
La mujer y el hombre se emparejan. En este tramo la
carretera es muy angosta y solo cabe un carro, así que las personas (ya sea que
vayan o vengan) terminan por pegarse al lado de la pared y no al lado del canal
(o río) quedando casi hombro con hombro.
La mujer queda detenida y el hombre continúa como venía.
Desde atrás de Elizabeth se oye un carro que se aproxima.
Efectivamente, el carro la rebasa.
La mujer levanta los brazos y les empieza hacer señas a los
del auto para que se detengan. Cosa que logra. Habla con ellos rápidamente y la
suben al auto.
Aunque todo el asunto estuvo ligeramente “golpeado”, no le
extraña a Elizabeth del todo pues su razonamiento fue: “la señora reconoce a
sus amigos en el carro y aprovecha para salirse de una calle por lo demás
peligrosa”.
Ahora se empareja Elizabeth con el hombre que viene en
contraflujo.
En esta zona, aunque ya no es rural, todavía se acostumbra
mucho la amabilidad de saludar a las apersonas en la calle independientemente
de que se les conozca o no. Así que en el aparejamiento Elizabeth se voltea
hacia el hombre y le saluda “Buenas noches”.
Esto es lo que vio Elizabeth: un hombre delgado, complexión
regular (“normal” diríamos), quizá treintañero, quizá cuarentón. Pantalón de
mezclilla azul, camisa a cuadros de mangas largas pero arremangadas, sombrero
de paja. Trae amabas manos metidas en los bolsillos. Su andar es normal, ni
apresurado ni torpe, ni nada.
Hasta aquí todo normal. Pero…
Elizabeth ha terminado de saludar y enfoca su vista hacia el
rostro del hombre. Pero en lugar de ver una cara solo hay una especie de hoyo
negro. Más negro que la oscuridad de la noche. Se da cuenta de que no es un
color, es un VACÍO.
Ya no podemos decir que sea un hombre, así que le llamaré “la
entidad”.
La entidad ha girado la cabeza hacia ella y con una
inclinación ha devuelto el saludo. No hubo sonidos.
Elizabeth alcanza a notar otro detalle: entre la manga
arremangada y el filo del bolsillo lo que debiera ser un pedazo de brazo es
también una mancha negra de vacío.
Le pregunté a Elizabeth que si había tenido miedo. Me dijo
que no, aunque sí quedó un poco choqueada.
Retomó su andar aprisa, quizá metiéndole todavía más aprisa,
y resolvió el resto de sus asuntos y de su noche como los había planeado.
Si usted, querido/a lector/a, desea creer esta historia…
perfecto, si no, también perfecto. Yo le creo a Elizabeth, pues la conozco
desde hace una década, es la esposa de mi hermano, y no necesita impresionarme
o fanfarronearme, no es su estilo. Todo esto me lo contó porque sabe que estos
temas me encantan y porque FUE ALGO QUE LE PASÓ A ELLA. Además el asunto de “seres” que están
hechos de “oscuridad” o “vacío” es coherente con lo que yo ya sabía mediante lecturas
e investigaciones personales hechas de manera previa y completamente
independiente.
Esta historia la escribo hasta ahora, con el permiso de ella, porque
estamos celebrando la noche del 31 de Octubre de 2013, y la colateral llegada de seres
descarnados o de otras dimensiones del Día de Muertos. Además si no fuera por
este escrito, no se tendría registro de este evento.
HERENCIA
El Padre de Elizabeth tuvo a bien platicarnos, en una tertulia, sus videncias o percepciones a través de los años, las cuales empezaron siendo niño detonadas con la muerte de uno de sus hermanos. A partir de ahí en diferentes momentos y lugares ha visto “seres”.
Durante un par de años fue velador de la puerta principal de
la unidad habitacional, ahí en las madrugadas y a veces con diferentes testigos
aparecieron seres o entidades que pueden englobarse en algunas etiquetas
comunes: duendes, fantasmas, La Llorona.
Por ejemplo en algún momento le tocó ver (con otro testigo)
cómo un gato negro aparecía de la nada en el interior de la caseta (en donde se
resguardaban del frío helante de la madrugada). El gato pareció surgir del
suelo (como subido por un elevador) a 30 o 40 centímetros de sus pies, tuvo movimiento
y gestos normales sin moverse mucho de ese punto, el señor se inclinó para
acariciarlo pero desapareció desvaneciéndose rápidamente de arriba a abajo.
Aventuras de este tipo me fueron narradas a lo largo de 4 o
5 horas en una tardeada, así que habría mucho que platicar.
El Señor Padre de Elizabeth es un hombre de gran calidad,
honorable, que ha vencido infortunios y desgracias, con sensibilidad a este
tipo de entidades que no son humanas y que sin embargo, por alguna razón que no
se puede adivinar, les encanta llamar nuestra atención con imágenes que nos son
familiares (a veces para bien y en otras ocasiones…).
Es obvio que estas facultades son su herencia para
Elizabeth.
PROBLEMÁTICA DE LA PRESA SAN LUCAS XOCHIMANCAS
Cuando saqué las fotos que acompañan este escrito (30 de octubre de 2013), ya me retiraba de la zona y entonces me alcanzó un hombre en moto. Me cuestionó el por qué estaba sacando foto de la maquinaria que estaba en el puente de Av. Acueducto, pues en su imaginación esto se traducía en un acto sospechoso que pudiera desembocar en un robo o algo parecido. Resulta que era dueño de esa maquinaria y de los grandes lotes que hay en la zona. No le pregunté su nombre (y el tampoco me preguntó el mío), pero gracias a él me enteré de la problemática de contaminación de la zona.
(En este link: Canal 40 Reporte Ciudadano Presa SanLucas Xochimancas encontraran un video -duración de 3:41 minutos- con reportajes a los vecinos y su postura ante dicha problemática.)
Como explicación de mis actos le platiqué la aventura de Elizabeth.
Aquel hombre ha vivido
desde siempre en la zona y no le ha tocado ver nada cercano a lo aquí narrado. Hizo algunos comentarios amables, pero terminó diciendo: “…además yo no creo en esas cosas”.
Sin embargo se retiró
(siempre montado en su moto amarilla y empujándose hacia atrás) ligeramente choqueado.
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